Devuélveme la mitad de mí.

Desperté y me sonreías.
No. Al revés.
Dormía viéndote sonreír. Soñaba con tus palabras. Sólo que desperté y no estabas. Como desde hace meses. Despierto y el otro lado de la cama está frío.
Te reías de mi confusión, en un sueño confuso en el que yo intentaba generar más confusión, confusión, confusión.
Y cuando todo se vino abajo, consumido literalmente por el fuego, y yo flotaba a la deriva en un mar inmenso contemplando las llamas, el que me abrazaba, me besaba, y me decía que todo iba estar bien, ése, eras vos.
Me despierto. Pongo musiquita triste. Juraste amarme y te rendiste. Agarro mis lápices de colores, y no busco seguir pintando, si no que necesito encontrar una hoja en blanco para expresarme en una operación a corazón abierto. Y mientras me explayo en colores, nace esto adentro mío. La necesidad de escribir. Necesidad que había desaparecido por un largo tiempo. Cero inspiración. Nada. Hasta hoy.
Ella, hermosa, se me acerca a hablar, a escuchar, a abrazar. Y sentadas a la mesa un rayo atraviesa la ventana.
Y entonces todo cobra sentido, iluminación.
Hoy es un día gris más.
Mi kryptonita.
Melancolía.
Melancolía gris.



Caí en el abismo de la soledad..

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