Una vez más.

Hace casi tres meses decidí no escribirte más. Hoy estaba intentando definir cuánto hace realmente de todo esto: no lo sé. Recuerdo cómo me sentí el día de mi cumpleaños número 23. Es decir que hace más de un año de... de lo que siento. O quizás... quizás lleva toda mi adolescencia ahí. Probablemente sí... 
No voy a escribir más. Sólo quierdo dejar constancia de cómo me siento
 y sentí hoy y esta semana. Sé que yo lo voy a recordar:


Tú me das las cosas que yo quiero cuando menos me lo espero.
Tú me das el aire que respiro.
Tú serás lo que tanto buscaba y yo creía que no existía.
¿Y que será de mí cuando en tus brazos yo descubra que 
tú serás el cielo que jamás podré tocar?
Es imposible, ya lo sé. Abrázame.
Tú me das un golpe de energía cuando estoy sin batería.
Tú me das la vida en un instante.
Tu serás la historia más bonita, la que nunca se te olvida.
¿Y que será de mí cuando en tus besos yo comprenda que 
tú serás el cielo que jamás podré tocar?
Es imposible, ya lo sé.
Es que tan solo tú me das la vida que yo siempre quise para mí.
Pero es imposible, ya lo sé: perdóname.
Por no darte más de lo que te doy. 
 Por amarte, simplemente.
No me pidas hacer lo que no puedo hacer.
Si tú quieres, si puedes, olvídame tú.
Es imposible, ya lo sé. 
 PERDÓNAME.

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