Azul que no destiñe.

Hoy te empecé a tejer una bufanda.
No, pará, voy de nuevo.
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Hoy empecé a tejer una bufanda.
Azul. Un lindo azul. Sólo porque me gusta tejer.
Y tejiendo, comencé a pensar en los cambios que están por ocurrir en mi vida. Gracias a Dios, gracias a manos amigas, gracias a personas que querían verme bien, SOON voy a estar en una situación completamente diferente, que conocés bien y que, si no interpreto mal tus caras, te agrada.
Y lana azul arriba, lana azul abajo, seguí yendo de un sueño a otro...

Aparecés cada vez que intento sacarte de mi mente
 porque no deberías estar donde te imagino.
 A mi lado, abrazándome, besándome, 
riendo, como te conozco bien, 
tomado de mi mano.

Uno al derecho, uno al revés.

Sí, de repente, la bufanda azul pasó a ser TU bufanda azul. 
Probablemente ya no llegue a tus manos. 
Hay demasiado de mí en ella.
Demasiados sueños entretejidos con lana azul. 
Hay demasiado corazón abierto con punto inglés.

Lana azul que lleva escrito tu nombre. Quizás algún día le prestes atención a la bufanda más que a mí, y al tocarla, como en las películas románticas trilladas, recuerdos que no son tuyos saltarán incoherentes en tu mente, hasta que entiendas que son mis sueños más íntimos.
O no, tal vez, cuando te canses de esperar a tu Miss Universo, fanática de alguno de esos animé, mires a tu lado para darte cuenta de que quizás, maybe, perhaps, yo sea el amor de tu vida.
Tu bufanda azul, mi corazón abierto, seguirán esperando, sin desteñirse, ese día.

Y mientras, gracias a una amistad que perdura por años, 
seguimos siendo como somos, 
yo recordaré tu bufanda, mis sueños prohibidos, tus besos imaginados, 
y sonreiré, como sonrío ahora, 
sabiendo que todo círculo se puede cerrar felizmente,
 como estoy por cerrar este capítulo amargo de mi vida,
 y como estoy cerrando, justo ahora, 
tu bufanda de lana azul y sueños entretejidos, 
detonador de este montón de boludeces que siempre te escribo, y nunca leés.

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