La soledad va creciendo con la niebla de este invierno.


Niebla en la ciudad, y no sé qué me genera. Como todo, me despierta (o me adormece en la ternura de) querer estar con vos.

Camino las cuadras que separan mi casa de cualquier lado, porque en realidad lo que quiero es caminar y llorar.
 

Llorar. Fundirme en la niebla. Ser niebla. Hacerme miles y millones de gotas de agua, ingrávidas, y suspenderme en el aire. Suspenderme en la contención cadenciosa del aire de la ciudad.


Con la cabeza maquinando en miles de recuerdos como gotitas que se espesan en mi memoria, en mi corazón, en mi cuerpo. Mi alma se hace niebla. Mis ideas se hacen niebla. Mi sangre se hace niebla. Me culpo por quererte. Te culpo por no quererme. 


¿Vale la pena? ¿Vale la soledad? ¿Vale la sutileza de rememorar cada segundo juntos en una esfera de agua, en una gota que cae de los canales a los costados de mis ojos, y se condensa en niebla? ¿Vale la niebla?


Sé que esta noche en la ciudad, al lado del mar, sería hermosamente misteriosa si en mi mano tuviera tu mano llena de música y amor. 
A donde estés, llevame con vos.


Foto de ig mardelplataarg

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