Cuando no estás.

Despertarme. Tu lugar en la cama genera ausencia. Vestirme rápido caminar rápido subir rápido sentarme rápido bajar rápido caminar rápido de nuevo. La rapidez pierde importancia. Trabajar intentando disfrutar. Ver transcurrir las horas. Desear. Sonreír con la boca. Salir de trabajar. Cansancio. Viajar en colectivo. Tarde gris. Mirar por la ventana y abrir un libro. Entrar en otra realidad. Bajar, qué más? Caminar por las calles, llenas de gente y vacías de amor. La gente en vidrieras y la ropa caminando, dueña de las veredas. Máscaras. Superficialidad que no soporto. Miro a un costado, o al frente. Me detengo en un árbol, una nube, un bebé en su carrito de inocencia. Sonrío. Sabés cómo sonrío. Llego a mi destino como si fuera lo único que importa. Un paso a la vez. Hay que sobrevivir. Y no es que me sea fácil, sufridora profesional. Una serie de conversaciones. Pensar. Soñar. Expresar. También callar. Son las siete de la tarde y pienso en casa. Soledad. Enfrento las calles nuevamente, y ahí estás. Cómo evitar la sonrisa? Cómo hacer que el corazón no me vaya a mil? Si tu cuerpo entero me hace vibrar. Y que me mires así me logra quemar. Camino hacia vos como imantada. Magnetismo sin igual. Y aunque no sonrías puedo ver, telepáticamente como en fotogramas, cómo te sentís. Si la vida es gris vos y yo somos colores vibrantes, todo alrededor se torna pastel. Y tus labios en los míos me devuelven el calor que la tarde gris me quitó. Una vez más, como tras cada segundo que te siento a mi lado, SÉ QUE TE AMO COMO NUNCA AMÉ.


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