Ciclos que nunca se escribirán.


Todavía me acuerdo del día en que te conocí.
El color de tu suéter, haciendo juego con el mar de tus ojos.
Tu sonrisa iluminando el barcito de mala muerte.
Tu voz vibrando en carcajadas que reverberaban en el espacio pequeño y cerrado.
Miré a mi amiga y le dije “ese”. Algo que jamás haría. Que no es parte de mi historicidad. Locuras que hace una en una noche de alcohol, con clichés y hedonismos posmodernistas incluidos.
Mi amiga no pensaba acercarse, y no estaba en mis planes tampoco, así que seguimos tomando y charlando.
Lo gracioso fue que te acercaste vos.
Lo demás es historia, de otro capítulo, de otro libro. Quizás tenga un final, o no: aún no se escribió.
Te estoy mirando acercarte con mi Branca en una mano y el celu en otro.

Comentarios