Contrafrente.

Si te miro desde mi ventana, y mis ojos atraviesan tu ventana, puedo ver que sos una persona ordenada. Te bañás todos los días y antes de salir de tu casa apagás todas las luces. Jugás con tu perra y le hacés muchas caricias. Cocinás para vos y te gusta hacerlo, te agrada experimentar con los sabores.  Salís a trabajar todos los días, con una sonrisa en la cara. Cuando llegás a casa dormís la siesta, estás en tu computadora un buen rato, hablás por teléfono, sacás a pasear a tu mascota, leés el diario, te tomás un café a la tarde, mirás partidos de fútbol en el aparato televisor. Todo con una sonrisa gigante pintada, disfrutando de tu día. Pareciera que no hay ni una sola sombra gris en tu vida. 

Sos un buen tipo, lo puedo asegurar bajo las reglas generales, a través de las cortinas y los vidrios limpios que nos separan. Me encantaría conocerte y me gusta pensar que si algún día te cruzara en la calle, te daría mi teléfono y me agradaría salir alguna que otra vez, llegar a conocernos mejor.

Y entonces es cuando pienso en cómo te verá ella. Sí, tu mujer. La veo siempre triste. Y sé que el matrimonio puede ser terrible, creeme, estuve casada y todo se vino abajo en muy pocos años; pero me pregunto todo el tiempo si serás así en particular con ella, o si a mí o a cualquier otra mujer le harías lo mismo. Ese buen tipo que veo salir a trabajar, que habla por teléfono y que juega con su perra, desaparece cuando estás con ella. La mirás diferente, y a través de los vidrios, puedo imaginarme que no es nada lindo lo que le estás diciendo. Pasan mucho tiempo separados, a pesar de estar bajo el mismo techo, y a través de los cambios de estación, cada vez es menor el contacto que tienen. Yo no puedo evitar preguntarme, “¿por qué?” ¿Por qué tus caricias no están dedicadas a ella? ¿Por qué no charlan o se divierten juntos? Ella sale muy poco, y cuando está en tu casa, siempre está llorando, y vos nunca la ves. Es raro...

Ahí es cuando empiezo a pensar en que debería enviarte una carta, diciéndote que siendo tan buen tipo, podrías tener una vida mejor. Con ella o con cualquier otra mujer, con la mujer que amás. ¿Es ella, la mujer que amás? ¿Tal vez es alguien más? ¿Tal vez te falta encontrarla? Deberías aspirar a metas más altas, románticamente hablando, para vos, y también para ella. Los dos deberían buscar en otro lugar, tal vez. Y ¿Quién sabe? Quizás encuentren su verdadero amor a la vuelta de la esquina, en el vecino de enfrente, o en el barrio en el que nacieron, no lo sé. Igual, lo que sí sé es que nunca te mandaría esta carta, porque no soy más que una vecina chusma algo enamorada de una ilusión (como si fueras un personaje de una película, al que miro a través de una pantalla con cortinas), espiando por las ventanas.

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