Decisiones. Encrucijadas. Love.

Siempre me fue difícil tomar decisiones. Creo que es porque estoy acostumbrada a que siempre el camino que elijo es el incorrecto. O así lo parece (aunque realmente uno nunca puede saber con seguridad ‘qué hubiera pasado sí..’). En todo. En decisiones importantes o nimias. He dicho lo que no tenía que decir y he callado lo que no tenía que callar. He caminado por donde no debía andar y mis pies apenas han rozado el polvo del camino correcto. He gritado, llorado, rogado, perdido, amado y olvidado siempre en el momento y lugar equivocado.  Siempre a la persona equivocada. He malinterpretado, he lastimado, he corrompido, he mentido, he salido corriendo. No tendría nada que decir si pudiera interpretarlo como ‘el aprender a vivir’, o ‘vivir no es llegar a la meta, si no el caminar en sí’. Pero no puedo, no. Paso noches enteras lamentándome de los errores cometidos años y años atrás. No me olvido de las equivocaciones y parece como si de repente un dementor me hubiera absorbido toda la alegría, como si nunca hubiese tenido buenos momentos, como si nunca más pudiera volver a ser feliz.

Lo peor es que no me molestan tanto esas noches de insomnio como el hecho de que ya no puedo tomar decisiones. Me es muy difícil. Me doy cuenta de que necesito guías, consejos, manos amigas. Ya no quiero ni puedo responder por mí misma. Escucho todas las voces, veo todos los caminos, siento todos los latidos de mi corazón y no sé para dónde salir corriendo. Es como intentar cruzar una esquina de dos avenidas, ciega, sin semáforo  y estar pensando constantemente en la cantidad de cosas que puedan llegar a pasarme. Me doy cuenta de que tengo miedo. Tengo miedo de las implicancias de mis decisiones. Tengo miedo de una vez más hacer todo mal y no poder volver a comenzar. Tengo miedo de lastimar más gente. Tengo miedo de quedarme sola. 

 Y no quiero quedarme sola, quiero que te quedes conmigo. Y aunque parece tan fácil, tan simple ser feliz con vos, no puedo evitar sentir miedo. No puedo borrar mi pasado. Tengo una cantidad bastante importante de escribiciones y la mayoría son tristes, de momentos muy difíciles en mi vida. Es una estupidez a decir verdad. Ser feliz debería ser simple, y no hay nada menos simple que ser feliz. ¿Sabés por qué? Porque soy complicada. La gente simple es más feliz. Y todo vuelve a empezar. 

Si pudiera elegir, me quedo con vos.

Si aprendiera a pensar sólo en lo que quiero, me quedo con vos.

Si dejara de pensar tanto en cómo se sienten los demás, tus (y mis) ideas dementes se harían realidad.

Sólo me queda pedirte dos cosas: Perdón (por ser tan tonta), y que me sigas queriendo así, porque hoy soy más feliz de lo que he sido en estos últimos meses.

La vida se me vino complicada a su manera, y estoy acostumbrada a que las decisiones que tomo sean las incorrectas. Puedo ser una chica más para vos. Pero yo no puedo permitirme ser sólo una chica más. Sabés que no. Te pido tiempo. Te pido paciencia. Te pido perdón una vez más.

Quiero que seas mi realidad. Y contra todo y contra todos, yo también elijo creer. Yo elijo estar con vos. Necesito las fuerzas para pasar la encrucijada, para cruzar las avenidas, no sin rasguños, pero sí sin caídas absolutas y determinantes. Te necesito. 

Tu voz (que me haga compañía)

Tu sonrisa (que me haga brillar)

Tu mirada (que me ilumine)

Tu abrazo (que me haga más fuerte)

Tu querer (¿qué sería de la vida sin amor?)

 Estoy loca ¿y qué? Las mejores personas del mundo lo están. No voy a cambiar lo que siento por vos, por nada. Y quiero esperar, que la vida en su eterna y enroscada sabiduría, encamine mis pies hacia la ruta correcta. Con vos.

“¿Cuán alto el árbol será? Si lo cortas hoy, nunca se sabrá”.

Sé que vamos a ser felices ♥

Quiero ser como el río, poder seguir adelante. Poder alcanzar mis sueños y no quedar estancada. Quiero saber elegir en la encrucijada. 

Quiero quedarme con vos.