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Mostrando entradas de julio, 2018

Perder

Mi habilidad de entenderte, de respetarte. Mi sonrisa, sincera y con corazón. Mi mirada, dulce, para espejarte. Mi dolor hecho canción. Cuánto más te estás perdiendo. Porque te amo. Y vos no.

La soledad va creciendo con la niebla de este invierno.

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Niebla en la ciudad, y no sé qué me genera. Como todo, me despierta (o me adormece en la ternura de) querer estar con vos. Camino las cuadras que separan mi casa de cualquier lado, porque en realidad lo que quiero es caminar y llorar.   Llorar. Fundirme en la niebla. Ser niebla. Hacerme miles y millones de gotas de agua, ingrávidas, y suspenderme en el aire. Suspenderme en la contención cadenciosa del aire de la ciudad. Con la cabeza maquinando en miles de recuerdos como gotitas que se espesan en mi memoria, en mi corazón, en mi cuerpo. Mi alma se hace niebla. Mis ideas se hacen niebla. Mi sangre se hace niebla. Me culpo por quererte. Te culpo por no quererme.  ¿Vale la pena? ¿Vale la soledad? ¿Vale la sutileza de rememorar cada segundo juntos en una esfera de agua, en una gota que cae de los canales a los costados de mis ojos, y se condensa en niebla? ¿Vale la niebla? Sé que esta noche en la ciudad, al lado del mar, sería hermosamente misteriosa si

Uno busca lleno de esperanzas.

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Yo te juro y te re juro que te estoy buscando. Me equivoqué mil veces, y la vida no quiera que me equivoque mil más, pero te estoy buscando. Te busqué en las líneas de las cortezas de los árboles que tanto amo. Me fijé en la espuma del mar estrellándose contra las rocas. Revisé las corolas de las flores más coloridas de la primavera. Di vuelta cada una de las piedritas del arroyo a unas cuadras de la casa de mi infancia. Seguí la pancita de cada bichito de luz que encontré. Te esperé sentada en el banco de una plaza, debajo de un jacarandá. No quiero equivocarme más, pero tampoco quiero dejar de buscarte. Así que sólo vine a decirte esto: te estoy buscando, no tardes más. Choquemos de frente, o conozcámonos despacio, pero llegá.